Madera. ¿En Restauración, rehabilitación o nueva construcción?
La madera ha sido la gran olvidada del siglo XX.
Hacia los 80 se volvió la vista a la madera. Pero sigue habiendo recelos a su uso.
En la restauración, con independencia de que su mantenimiento es inexcusable, también se debería extender la obligación de conservar sus elementos secundarios. Algunas Consejerías de Cultura ya prohíben la sustitución de la madera estructural, por otros materiales, conscientes de los problemas que ello pueda provocar.
En la rehabilitación, hasta no hace mucho tiempo, si se encontraba madera en las estructuras edilicias, trataba de ignorarse, buscando soluciones alternativas. Sin embargo, afortunadamente, algunos ayuntamientos, ya se han preocupado por su conservación; hasta donde yo conozco, creo que el de Valladolid fue uno de los pioneros en esta exigencia y su ejemplo, afortunadamente, algo ha cundido
Y si nos referimos a la nueva construcción, parece evidente que la madera se utiliza cada vez más, pero sigue habiendo prejuicios para su empleo, por ejemplo, me he encontrado con algún arquitecto que opina que en zonas sísmicas las estructuras de madera están prohibidas, y sin embargo, su comportamiento en caso de sismo puede sorprendernos favorablemente.
En relación con la construcción, ¿Dónde está el futuro de la madera?
Dependiendo de a quién preguntemos recibiremos diferentes respuestas. Siempre habrá quien siga desconfiando de ella, y la relegará a un papel secundario, o incluso podrá recomendar evitar su uso, pero mi opinión es contundente: la madera volverá a tener un importante papel en la construcción futura, ya sea a la hora de restaurar o rehabilitar, o incluso, en los futuros proyectos de nueva planta.
No pretendo decir que la madera nos haga olvidarnos del acero o del hormigón, pero sí que volveremos a utilizarla en lugares en los que la habíamos dejado de usar, o incluso en muchos en los que nunca pensamos que lo haríamos.
Una de las razones que apoyan el uso de la madera es su sostenibilidad, se trata de un material que se regenera de forma natural, basta controlar que su uso no sea indiscriminado para que siempre exista madera a nuestra disposición, mientras que la mayoría del resto de materiales usados en la construcción, algún día se agotarán.
Es también el material que menos energía precisa
y por si estas razones no fueran suficientes, ¿A quien no le gusta la madera?
¿Y cuando se iniciará ese cambio de actitud hacia la madera?
La respuesta depende de que, lo que hoy creemos unos cuantos entusiastas de la madera, se generalice entre el conjunto de los profesionales de la construcción, en cuya mano estará la capacidad de prescribirla, y esto, lógicamente requiere un proceso de aprendizaje, que deberá asumirse por las escuelas de arquitectura, y en general por todas aquellas que directa, o indirectamente, están relacionadas con la construcción
Muchos países europeos ya dieron ese paso y la madera cada vez tiene más uso en su patrimonio edificado. En el nuestro, también hay muchas escuelas que iniciaron ese camino y los síntomas empiezan a aparecer, ¿cómo sino se explica el florecimiento espontáneo de unas enormes setas en Sevilla, o tantos ejemplos que día a día van apareciendo con más frecuencia en las revistas de arquitectura?
Pero es evidente que éste no es el foro indicado para enseñar todo lo que los técnicos deben conocer de la madera, pero nos ofrece una excelente ocasión para aportar unas pinceladas sobre su comportamiento, así como de sus posibilidades de uso, tanto en la restauración, como en la rehabilitación o en la obra nueva
Este es un campo en el que la recuperación de la madera nunca se discutió, aunque no sin mantener recelos sobre su empleo.
Nadie ponía en duda, a la hora de restaurar una pintura sobre tabla, que la madera debía respetarse, y que además, era necesario conocer su comportamiento, lo que exigía una formación específica.
Pero la cuestión, ya no era tan clara si la intervención abarcaba un retablo, de dimensiones más o menos importantes.
Para la intervención en cada elemento del mismo, ya se tratase de escultura tallada en madera, o pintura sobre tabla, seguía siendo válido lo aprendido para la pintura de caballete.
Pero en cambio, para la actuación sobre el conjunto se dudaba de la capacidad resistente de la madera para seguir soportando toda la estructura carpintera, a pesar de que ya había garantizado su estabilidad durante más o menos siglos,
Lo mismo ocurría en el caso de artesonados, que por considerarlos obra mueble, se olvidaba su importante función: garantizar la resistencia del conjunto, y se introducían estructuras auxiliares, de acero o de aluminio, con un equivocado respeto de las piezas originales, olvidando que además de servir de soporte a su policromía tenían que soportar también la cubierta del edificio, misión en este caso prioritaria sobre la puramente estética. En más de una ocasión me ha tocado desfacer estos entuertos que fracasaron en su empeño.
El problema como acabo de indicar se hace más evidente en la restauración de artesonados, ya constituyeran forjados de pisos o armaduras de cubierta. Su indiscutible función estructural parecía requerir sin remedio la ayuda de elementos metálicos o de hormigón que se encargaran de sustituir a la madera en su misión portante. Yo mismo, en mis primeras intervenciones en restauración, desconfiaba de que la madera pudiera recuperar su capacidad estructural perdida, y para mantener una antigua armadura de cubierta en su lugar, coloqué tras ella una estructura metálica, tal vez por el simple hecho de que en la escuela de arquitectura había aprendido a calcular el acero y el hormigón, y sin embargo por la madera habíamos pasado casi de puntillas.
Pero aquella intervención me había suscitado muchas dudas sobre su idoneidad.
En primer lugar hubo de alterarse ligeramente el volumen de la cubierta dado que los perfiles metálicos debían colocarse necesariamente por encima de lo existente. Lógicamente, la nueva estructura se separaró la distancia mínima indispensable para que esa variación introducida fuera lo más discreta posible. El resultado hacía imposible pensar en un mantenimiento de la estructura metálica, algo que con el tiempo he comprobado que es mucho más necesario de lo que somos capaces de imaginar, y que a la larga acaba suponiendo la ruina de la estructura metálica en la que confiamos para conservar la integridad de la obra restaurada.
En efecto, en nuestro clima, especialmente en la meseta castellana, los días pueden ser muy soleados y los espacios bajo las cubiertas llegan a alcanzar temperaturas muy elevadas, lo que permite que el aire se cargue de una humedad que, durante la bajada nocturna de grados, se condensará en los elementos más fríos, que lógicamente son los de acero, mejor conductor térmico que el resto de materiales del entorno, apareciendo en él gotas de agua que poco a poco, pero inexorablemente, colaboran a su oxidación. Si además el espacio no permite acceder para mantener la protección del acero, su ruina está garantizada.
Incluso pudiendo acceder cómodamente a los espacios en los que el mantenimiento se podía haber llevado a cabo, muchas estructuras metálicas se han arruinado, y alguna me ha tocado sustituir, pero ahora, más sensatamente, con madera,
y sé de otras importantes donde lo mismo ha ocurrido, concretamente, alrededor de los años sesenta del siglo pasado, las estructuras metálicas que en El Escorial sustituyeron a las tetra centenarias de madera de sus cubiertas, apenas han durado cuatro décadas sanas, a pesar de que con unas simples reparaciones, las de madera habrían podido sobrevivir otros tantos siglos.
Es importante saber que las estructuras de madera, generalmente son recuperables, no sólo para poder seguir disfrutando de su vista, sino para devolverlas la función estructural que siempre realizaron, y que es la mejor garantía de conservación que podemos ofrecerlas.
Del mismo modo que se pueden conseguir secciones de madera de casi cualquier dimensión gracias a la laminación de la madera, se pueden regenerar las secciones dañadas empleando una técnica similar, es algo que vengo realizando desde hace más de tres décadas, y que podemos utilizar confiadamente tras demostrarlo con su tesis el Dr. Mikel Landa, tesis que tuve el honor de codirigir con el Dr. Francisco Arriaga que también nos acompaña en estas jornadas.
Por si alguien mantiene dudas sobre las posibilidades de supervivencia de las estructuras antiguas muestro un ejemplo de recuperación de la techumbre de la iglesia parroquial de Perales de Tajuña, en la provincia de Madrid, desmantelada en la reparación de su cubierta durante nuestra posguerra, cuya penuria económica salvó los restos de su armadura del siglo XVI, al reutilizarlos, fundamentalmente como correas de la nueva cubierta que entonces se hizo.
La cantidad de material original reutilizado en la cubierta en los años cuarenta era de tal magnitud, que el simple encargo de documentar el material encontrado, se convirtió en un proyecto de recuperación de la techumbre original. [1]
Este es un ejemplo realmente extremo de lo que pueden dar de sí unas maderas dañadas e intencionadamente mutiladas, pero realmente, las posibilidades de mantener la madera cumpliendo su función original, a pesar de los daños que haya podido sufrir son para muchos inimaginables, pero reales.
[1]La iglesia de Santa María del Castillo en Perales de Tajuña.
Existe la creencia generalizada de que la madera es un material vivo, que con el tiempo se va degradando. En realidad la madera está muerta desde el momento que se tala el árbol del que procede.
No puede volver a morir, pero sí puede ser sabroso alimento de insectos y hongos si la humedad del ambiente penetra en ella rebasando ciertos límites.
Si la madera permanece perfectamente seca durará eternamente, lo que ocurre es que no siempre es fácil mantener la madera fuera del umbral de peligro, que en general se encuentra entorno al 20%. Es importante que las cubiertas de los edificios se mantengan en buen estado, o las humedades del terreno no alcancen la madera, o cuidar el diseño de sus detalles.
Y sobre todo no hacer estupideces como la que muestra la foto.
Como regla general, si la madera que nos ha llegado presenta daños, lo más normal es que desapareciera alguna de las protecciones previstas, dando lugar al ataque de los xilófagos.
Pero aunque una madera se encuentre muy dañada, las partes donde los xilófagos no actuaron (por la sencilla razón de que allí la madera estaba seca) siguen siendo perfectamente útiles para el servicio: su resistencia básicamente no se altera. Bastará eliminar la madera en mal estado y sustituirla por otra en buenas condiciones mediante prótesis adecuadas. Y esa madera volverá a cumplir su misión sin ningún problema.
Y por supuesto, antes de realizar cualquier reparación, es imprescindible corregir el problema que hizo aparecer los excesos de humedad en la zona afectada.
En ocasiones, los elementos dañados no lo han sido por causa de los xilófagos, es incluso posible que el daño ya estuviera presente en la madera antes de trabajarla, pues no todos los árboles son iguales.
¿Cuál sino pudo ser la razón de que uno de los tirantes de la cubierta del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, sin otros daños aparentes, se combara con una flecha excesiva, cuando el resto no había sufrido ningún problema?
Como las personas, también las maderas pueden requerir tratamientos diferenciados, en este caso, al restaurar el artesonado del que formaba parte este tirante, se necesitaba enderezarlo, algo que también en la madera es posible
Una de las peculiaridades de este material es que su resistencia varía con el grado de humedad que contiene, por tanto, humedeciendo de forma controlada dicho tirante, podremos disminuir su resistencia, lo que nos permitirá con las correspondientes precauciones enderezarlo.
Para facilitar el proceso, previamente lo habremos vaciado (no es imprescindible hacerlo totalmente, puede bastar hacer un vaciado escalonado, insistiendo más en las partes más deformadas)
Una vez conseguido el propósito, tendremos que mantenerlo en su forma recta recuperada hasta dejarlo secar, también de una forma controlada (para que no se produzcan fendas que rajen y arruinen el trabajo), y cuando esté perfectamente seco, relaminaremos su interior, consiguiendo una viga que nada tendrá que envidiar ya a sus vecinas.
En el caso anterior la flecha excesiva de un elemento únicamente afectaba a la correcta estética del conjunto, pero en otras ocasiones lo que interesa es garantizar su resistencia, amén de mantener intactas las caras vistas, para respetar su talla o policromía, como en el caso de esta imagen del sevillano Palacio de Altamira. Tras realizar la operación antes descrita, el forjado de madera recupero su capacidad portante.
Es importante advertir que una de las ventajas de este tipo de intervenciones, es que no se altera el equilibrio original del edificio intervenido, que siempre es la forma más respetuosa de actuar en nuestro patrimonio monumental.
En realidad la rehabilitación, en cuanto al tratamiento de la madera, poco difiere de la restauración. La principal discrepancia es la libertad de intervención, al no estar sometida a los criterios que regulan la restauración monumental.
No obstante, se podría decir que la rehabilitación ha sido el laboratorio de experimentación en la reparación de estructuras de madera, sean o no patrimonio monumental, y la mencionada libertad ha permitido abrir un prometedor futuro para la conservación de la madera en obras de cualquier tipo, especialmente en los cascos históricos de muchas ciudades, donde la madera ha sido empleada sistemáticamente casi hasta la mitad del siglo pasado.
Las razones que aconsejan mantener la madera en donde existe son varias y de diversa índole. Por ejemplo, y la más contundente, por imposición de la administración responsable de conceder las correspondientes licencias de obra.
Pero aunque su mantenimiento no sea obligado, también existen razones que lo aconsejan, tanto si las maderas estructurales se encuentran poco, o muy dañadas.
La principal es el ahorro de tiempo que ello supone; demoler un edificio para volverlo a levantar lleva su tiempo, y sobre todo, una demolición en un centro ciudadano cada vez esta más dificultado por múltiples prohibiciones, de horarios de carga y descarga, limitación de tonelaje de los camiones, de aparcamiento de contenedores, etc. etc.
Las demoliciones parciales siempre existirán, pero son compatibles con la rehabilitación, lo que disminuye los plazos de intervención de forma importante.
Pero también existen razones de orden técnico que abogan por el mantenimiento de las antiguas estructuras.
La principal, como ya indique en el caso de la restauración, es que suponen la menor alteración posible de las condiciones de trabajo de la obra intervenida, lo que siempre evitará la readaptación del edificio a unas nuevas condiciones de trabajo, con el riesgo de aparición de grietas o fisuras, cierto tiempo después de entregada la obra.
Con las nuevas estructuras de acero y hormigón prácticamente nos hemos olvidado de los sistemas isostáticos, cuyas uniones actúan como articulaciones que permiten cierto grado de adaptación a nuevas situaciones de equilibrio, Asientos diferenciales siempre son esperables en las ciudades, bien sea por aguas subterráneas que discurren por el subsuelo, o simplemente por fallos de pilares de madera en plantas bajas en las que la humedad ha ido haciendo desaparecer parte de su base, etc. etc.
Las estructuras isostáticas tienen mucha capacidad de adaptación a las nuevas situaciones, algo que podemos comprobar con frecuencia en casas antiguas con pisos desnivelados, puertas o ventanas que no cierran y grietas veteranas, y sin embargo, la estabilidad del inmueble sigue manteniéndose sin amenaza de ruina, y seguirá tanto más tiempo cuanto menos alteremos el equilibrio adquirido.
Seguir conservando la condición de isostático es por tanto esencial para el edificio, pero para ello no debemos olvidar que esas estructuras requieren elementos que limiten eficazmente su deformabilidad, y al intervenir en inmuebles de estas características, con frecuencia compruebo que los técnicos “responsables” de la intervención, olvidan esta importante condición, e inconscientemente llegan a eliminar elementos cuya misión era fundamental para garantizar la estabilidad del conjunto.
Un ejemplo típico de lo que acabo de criticar, es la supresión de las vigas de madera de muchos forjados, cuya función, además de la de formar el correspondiente piso, es la de atar los entramados sobre los que apoya.
Al desaparecer las vigas de estos forjados, por muy mal estado que creyéramos asignarles, hemos duplicado la longitud de pandeo de algunos de sus pilares, con el agravante de introducir una rótula en el peor emplazamiento, lo que pude llegar a provocar el colapso del conjunto.
Por fortuna, las intervenciones en este tipo de edificios suelen producirse en manzanas compactas, y la providencia a veces contribuye a que los edificios vecinos colaboren a evitar el hundimiento parcial o total del inmueble intervenido, aunque por desgracia, no siempre es así.
Si comparamos rehabilitación con restauración, hay problemas más frecuentes en la rehabilitación. El patrimonio monumental, por regla general, suele haber sido mejor tratado, mientras que en las rehabilitaciones, con frecuencia podemos encontrar situaciones que denuncian intervenciones nada rigurosas e indocumentadas, e imposibles de detectar hasta el comienzo de la intervención.
Algo con lo que siempre tendremos que contar en la rehabilitación es la dificultad de interpretar correctamente el funcionamiento estructural del conjunto a intervenir, mientras no salgan a relucir todos los padecimientos sufridos por el edificio a lo largo de su vida.
Como antes mencionaba, lo que más diferencia la intervención en rehabilitación es la libertad de adopción de criterios, pero precisamente, esta libertad representa un potencial peligro si no se analiza correctamente la incidencia que nuestra intervención puede representar.
En edificios con estructuras de madera pueden existir muros de carga que nos parezcan tabiques, o meros tabiques que están ejerciendo una función resistente por culpa de alguna intervención insensata pretérita, o simplemente triangulaciones que pueden estorbar para la apertura de una puerta, cuya supresión puede alterar el equilibrio del conjunto de forma grave.
Un problema característico de la rehabilitación, que complica enormemente las intervenciones, es la no disponibilidad total del inmueble a rehabilitar.
Los locales comerciales de las plantas bajas, suelen requerir altas indemnizaciones para desalojar a sus ocupantes, por lo que con demasiada frecuencia permanecen activos durante la realización de las obras, lo que complica enormemente las medidas de seguridad a adoptar en cada caso.
Pero lo peor de todo en estos casos, es la imposibilidad de actuar sobre las cimentaciones que se encuentren bajo los locales en cuestión.
En estas circunstancias es fundamental no modificar el peso del inmueble para que la intervención no altere las cargas de cimentación, no sólo de las zonas en las que ésta sea inaccesible, sino también en el resto del conjunto, para evitar peligrosos asientos diferenciales. La mejor manera de no alterar el peso del edificio intervenido, es precisamente conservar su estructura original leñosa, reparando individualmente sus elementos dañados, o si fuera imprescindible, sustituyéndolos, por otros nuevos, no sólo para evitar aumentos de peso, sino también para que el conjunto siga funcionando como siempre lo hizo.
Es fácil reforzar la madera con madera, serrada, laminada, microlaminada, o la que en cada momento mejor convenga,
Y no se excluye la posibilidad de introducir elementos metálicos si ello fuera aconsejable. Lo realmente importante es mantener las características mecánicas del conjunto, sobre todo su peso, si esto fuera imprescindible por alguna de las razones antes expuestas.
Casi de obligada actuación suele ser el refuerzo de los forjados de piso para dar cumplimiento al Código Técnico de la Edificación, especialmente en lo relativo a flechas, con independencia de que la resistencia de sus viguerías sea suficiente, como consecuencia del bajo módulo de elasticidad de la madera, y en este campo suele ser de gran ayuda la incorporación de capas de compresión que colaboren con las vigas existentes, ya sean de hormigón, si el aumento de peso no representa un inconveniente,
o en caso contrario, con madera microlaminada, que puede posibilitar incluso un aligeramiento del peso original de dichos forjados.
La unión de la nueva capa de compresión a la madera existente debe garantizar el trabajo conjunto de ambos materiales, sin que se produzcan deslizamientos entre ellos, lo que anularía su eficacia.
Esto supone un compromiso al elegir los conectores que cumplan esta función. Cuanto más grandes sean más rasante absorberán, pero más distancia deberán guardar entre sí, y este factor suele ser muy crítico, dependiendo de las dimensiones de las vigas de madera.
No debemos olvidar que la distancia que debemos mantener entre tornillos, clavos o cualquier tipo de conector que empleemos, debe guardar una estricta relación con el resto de tornillos y con los bordes de la madera para que ésta no se hienda.
Como regla general, para quien no esté acostumbrado al uso de la madera con fines estructurales, es bueno saber que su resistencia característica puede estar pareja a la del hormigón armado, aunque su módulo de estabilidad es aproximadamente la mitad de el del hormigón.
En cuanto a su peso, es cinco veces menor. Cuando intervengamos en zonas urbanas, con edificios de varias plantas es importante tener estos datos presentes al iniciar una rehabilitación, eso nos permitirá poder establecer unos criterios de intervención sensatos antes de entrar a hacer números precisos, lo que nos puede ahorrar mucho trabajo que a veces resulta inútil o inadecuado.
El campo de la obra nueva puede tener un gran futuro. Muchos pensarán en casas de madera, como las que ya llevan años anunciándose, no sólo importadas de los países de norte de Europa, sino muchas que van apareciendo en España, es un campo con cierto futuro, pero que costará mucho que arraigue, por la principal razón de que nuestra mentalidad, hoy por hoy, no encaja con ese tipo de viviendas, acostumbrados como estamos a la sólida casa de piedra o ladrillo.
En la mente de todos los que les pasa por la cabeza la posibilidad de hacerse una casa de madera, enseguida se acuerda de los tres cerditos del cuento,
y que decir de los incendios a los que este año nos tiene tan acostumbrados, también pueden preocupar a los posibles compradores de casas de madera
Afortunadamente no sufrimos huracanes como los habituales que vemos en los telediarios por diversas partes del mundo, con casas que salen volando por los aires, y estas circunstancias, queramos o no, siempre frenarán la posible expansión de las casas hechas totalmente con madera.
Y no menos desalentador es la relación que instintivamente se establece entre casas de madera y barracas o construcciones provisionales de baja calidad, que confieren a sus propietarios la sensación de serlo de tercera o cuarta categoría.
Hay otro error importante, pensar que una casa de madera es mucho más barata que otra de materiales tradicionales, y tal vez lo sería si el número de puertas y ventanas fuera menor que el de una casa normal, o no existieran cuartos de baño y cocinas, con toda la fontanería correspondiente, o no precisara instalación eléctrica, etc. etc..
También podría ser tal vez más barata si lo fueran sus pavimentos o sus acabados interiores, pero la realidad es que la posible economía es indirecta, por ejemplo en los costes financieros, por poder rentabilizarse en menos tiempo, y algo en la cimentación, por su ligereza.
En definitiva, no creo que el futuro de la construcción en madera sea hacer casas en el sentido que la mayoría lo imagina, sino en seguir haciendo las casas como las de siempre, pero utilizando la madera donde pueda sustituir con ventaja al hormigón o al acero, por ejemplo en su estructura, y lógicamente, también podemos usarla en muchos de sus acabados interiores.
Si viajamos por los Estados Unidos, veremos casas y casas que no parecen estar hechas de madera, pero su esqueleto sí lo es. ¿Cuáles son las ventajas?
Primera de todo la rapidez de ejecución.
Salvo que tengan sótano, su cimentación es mínima, y llegar a cubrir aguas requiere muy poco tiempo. Eso permite trabajar con total independencia de las inclemencias del tiempo, lo que posibilita una mejor coordinación de todos los trabajos a realizar.
Toda la construcción interior se hace en seco, lo que ahorra esperas por secado de materiales, que no sólo retardan los trabajos, sino que son causa de posibles problemas adicionales.
El exterior se puede acabar con materiales tradicionales, como se hace con el acero o el hormigón, y estos acabados protegerán la madera de todos sus posibles problemas.
Por otra parte, los acabados interiores son infinitamente mejores que los realizados en obras tradicionales, no hay que olvidar que mientras para un albañil una pulgada ya es afinar mucho, el carpintero ajusta sus medidas en milímetros, y eso se nota extraordinariamente.
Y esto es con relación a la vivienda unifamiliar, que no es el único campo donde la madera tiene cabida. Pensemos por ejemplo en cubiertas, ya sean de vivienda unifamiliar o de edificios de cualquier tipo,
En este campo Italia nos lleva muchos años de ventaja, pues allí se llevan realizando forjados mixtos de madera y hormigón desde hace muchas décadas y los resultados no pueden ser mejores. Si algún defecto le podemos achacar a la madera es su mal aislamiento acústico, a pesar de ser un magnífico material para acondicionar el sonido.
Basta asomarnos a la normativa alemana para comprobar que allí, sobre la madera colocan losas prefabricadas de hormigón o cemento, con el fin de proporcionar aislamiento acústico. Es evidente que si usamos forjados de madera compuestos simplemente de vigas y tablas machihembradas, tendremos que hacer muchas filigranas para conseguir que los ruidos o conversaciones del piso superior no se oigan en el inferior.
Eso lo podremos consentir en una vivienda unifamiliar, pero aun así no dejará de producirnos la sensación de que nos encontramos en una vivienda con un bajo nivel de confort.
¿Pero cual es la causa de que el aislamiento acústico sea tan pobre?
Aunque no soy experto en este tema, pienso que el bajo módulo de elasticidad de la madera hace que vibre en demasía, lo que puede ayudar, no sólo a trasmitir el sonido, sino incluso a amplificarlo, al menos muchos de los instrumentos musicales aprovechan esa característica de la madera para conseguirlo.
Si eso es cierto, aumentar la rigidez de los forjados ayudará a insonorizarlos, y esa ha sido la formula adoptada por los americanos, probablemente no intencionadamente, sino como consecuencia del material que usan habitualmente de espesor máximo de dos pulgadas, (nominales dado que una vez cepillado se queda de 38 mm), lo que obliga a usar vigas de canto considerable.
Un forjado americano típico emplea tablas de 30.5 cm, (un pie anglosajón) que tienen una enorme inercia. Si además los tableros con los que se cuaja el piso se encolan y clavan a estas vigas, el conjunto aumenta su rigidez de forma espectacular, lo que redunda en su mejor aislamiento acústico; basta entonces dejar el falso techo suspendido con algún soporte elástico para conseguir una aislamiento adecuado
En Canadá, recientemente se ha proyectado un edificio de treinta plantas con estructura de madera, por la economía que ello supone, compitiendo con el hormigón o el acero, a pesar de las estrictas normas de protección de incendios que en todo Norteamérica existen, como consecuencia de sus generalizados hábitos de construir con madera.
Y para finalizar, hay un par de casos en los que la madera nos puede proporcionar la mejor elección:
Al cubrir espacios de grandes luces
o donde existan piscinas, en este último caso, por ser la madera inatacable por los productos que se usan en la depuración del agua.
La ventaja de la madera en las grandes luces es fácil de entender
No hay que olvidar, que a igualdad de peso, la madera es el material más resistente de los usados en la construcción.
En su contra tenemos su bajo módulo de elasticidad, aproximadamente la mitad que el del hormigón, y unas veintiún veces menor que el del acero. En los cálculos de grandes luces suele penalizar más la flecha que el momento, lo que exige que el módulo de elasticidad y la inercia sean lo mayores posibles
Él Modulo de elasticidad de la madera es veintiún veces menor que el del acero, pero eso se puede compensar fácilmente con la inercia, dado que esta crece con el cubo de la altura de la sección.
Hoy con madera laminada, microlaminada o contralaminada se pueden conseguir secciones de gran canto, que proporcionan momentos de inercia espectaculares reduciendo el peso del conjunto de forma significativa.
Basta además curvar la madera para aumentar su rigidez y conseguir resistencias espectaculares con minima sección de madera.
Esta cúpula formada por gallones de madera de tan sólo 15 mm de espesor, es capaz de soportar la piedra con que se remata este espacio de unos tres metros de diámetro. Su poquísimo peso abarató enormemente su transporte desde España hasta un lugar perdido en medio de un desierto de Jordania.
Sin necesidad de curvar la madera también se pueden conseguir sugerentes superficies curvas
Como las que se utilizaron en este auditorio madrileño con enorme ligereza. El paraboloide que aparece en el borde superior de la imagen, cubre un espacio de cerca de mil doscientos metros cuadrados con tan sólo dos apoyos.
Y para terminar, no quiero dejar pasar esta ocasión sin llamar la atención sobre un sinsentido de nuestra arquitectura actual: la supresión de los tejados inclinados y de sus aleros.
Nada tendría en contra si hubiese algún fabricante de impermeabilizaciones para cubiertas planas que pudiera ofrecer una garantía mayor de diez años, o que las juntas de dilatación a partir de determinada superficie, se puedan resolver sin que a la larga den problemas.
Las tejas que ya usaban los romanos y se han seguido utilizando hasta nuestros días, colocadas en una superficie inclinada siguen funcionando y seguirán funcionando por muchos siglos que pasen, (precisamente en Bilbao llueve lo suficiente para poder corroborarlo) y por supuesto, manteniendo los aleros que alejan el agua de las fachadas que protegen.
Si queremos hacer edificios en los que la madera quede vista, no nos olvidemos que el exceso de humedad atrae a los xilófagos, que los tratamientos protectores acaban desapareciendo, y que las soluciones más simples son las que a lo largo del tiempo han demostrado su eficacia.
Usemos la madera, pero no olvidemos que siempre agradecerá toda la protección que podamos darla, y no me estoy refiriendo a productos químicos, cuya eficacia no discuto, sino a algo más simple: un buen diseño que la mantenga seca, y que en caso de que se moje o humedezca, una buena ventilación permita que se seque rápidamente, que siempre será la mejor protección que podemos darle.
Si respetamos sus condiciones de uso la madera nos acompañará sin problemas toda la vida,
es más, incluso ¡toda la muerte!